
Querida Petra:
Hoy se ha ido mi padre y estoy muy triste, se que tu puedes hacerle llegar esta carta, no he podido despedirme de él y me ha quedado una cosa en las tripas, que... Bueno, ya me entiendes... No quiero que las cosas queden asi.
"Estabas afeitándote y si por el rabillo del ojo veías como te observaba entonces, te tomabas mucho más tiempo para esa tarea.
Era domingo, la camiseta de algodón y el pijama, ya te habías duchado, ahora la brocha pintaría tu cara con esponjoso y blanco jabón. Comenzaste el ritual del afeitado... Primero hacia abajo, un casi perfecto apurado, rematas con otro pase a contrapelo, así abrías carreteras color carne, como un quita nieves.
Con el rostro pelado, abrías el grifo y te echabas agua bien fría, secabas tu cara y los restos de jabón y..., acto seguido, el Varón Dandy con unas buenas tortitas, supongo que para aguantar el escozor...
¡Qué bien olías!
Tan sólo al terminar, era cuando me mirabas de frente, muy sonriente, pero yo ya no estaba allí, porque había echado a correr para abrazarte y darte millones de besos.
Te quiero."
Gracias Petra, te debo una.
Un abrazo.
1 comentario:
...a él no le hacen falta las letras, porque seguro que también se guardó la imagen en la memoria...y seguro que desde donde esté ahora él te mirará a tí mientras te peinas...
Publicar un comentario