19 agosto 2009

Saluda

Hola a todos, me presento soy Petra y estoy muy contenta de colaborar.

Un saludo

28 diciembre 2007

Carta perdida de mi abuelo a mi madre

Obra "Corazón roto" de Celia Gradín



Querida Petra.

Buscando en el baúl de los recuerdos... He encontrado una carta preciosa que le escribió mi abuelo a mi madre (una vez fallecido claro, muchos años más tarde ya que mi madre tenía sólo seis añitos, no era cuestión de asustarla innecesariamente)

Mira que bonita.


Gustabas de contar a tus hijos estas viejas anécdotas de antes de la guerra... Pero sobre todo, te gustaba hablar de tu padre... De mi.

Naciste perfecta como nacen la mayoría de las flores. De piel sonrosada, grandes ojos y sonrisa amplia fuiste una gran alegría para nosotros. Tu hermana, tres años mayor que tu, dejó de ser "la pequeña" refunfuñando, pero te quería.

Las cosas parecían irnos bien, el negocio de ultramarinos daba para vivir modestamente, ya te conté que aprendí a leer y a escribir encima de la burra, que cargaba además con el arroz y las patatas que compraba en las labores1 de Valencia; mientras, tu madre atendía en la habitación de la entrada al que quería algo que comprar: alubias, aceite... Luego, cuando marchaban los ajenos atendía con esmero a sus nenes, vosotros tres, tu hermano nació tres años después que tu.

Yo no podía ser más afortunado aunque pasara largo tiempo sin veros, la armonía reinaba en nuestras vidas y el bolsillo parecía que no menguaba. Hasta pude a arreglar el reloj de mi padre tan sólo, para saber cuanto tiempo restaba para volver a casa.

¡Qué lista eras! Siendo tan pequeña y todo lo que te enseñaba lo aprendías al momento. Enseguida hablaste perfectamente y, aunque tímida tu carácter siempre lo recuerdo risueño, igual, igual que tu madre.

Entonces sucedió algo que me sumió en una gran tristeza. Fueron en mi busca para decirme que estabas enferma, muy enferma... La última vez que te había visto tan sólo aparentabas una gripe fuerte, pero en ningún momento pensé que se convertiría en una horrible pulmonía...; llegué lo más rápido que pude y te vi allí, tan pequeña, sólo seis años, tosiendo como un tísico. Me culpé y repasé mi vida, ¿porque no había estado más con vosotros? para cuidaros, arroparos... ¿Era esa la voluntad de Dios? ¿Llevarse a mi Anita...?

El médico nos dijo que tenías la pleura2 inflamada, si no operaban morirías... ¡Dios, cómo llorabas! El dolor era horrible, cómo sino una niña iba a llorar tanto. Ver como la fiebre mojaba tu cara colorada, los labios azules por la falta de oxígeno... La operación era muy cara y también la única opción que tenías. La vida tan extraña como cruel, me había estado favoreciendo para que la factura del médico no fuera nuestra ruina, como en muchas familias había ocurrido.

La operación salió bien nos dijeron..., una horrible cicatriz acompañaba tu espalda, alguien parecía que no había encontrado la forma de unir bien las dos mitades, alguien se olvidó que te rompía y que con ello nos rompía a todos al ver el recuerdo que quedaría de la enfermedad. Tardaste mucho tiempo en recuperarte, por lo menos nueve meses... Dábamos gracias porque estabas viva, aunque oyéramos a diario esa tos que se enganchaba a tu pecho. Pero ¿sabes una cosa? a la cicatriz era incapaz de mirarla. Ese trozo que faltaba también me faltaba en el alma...

El día de Reyes3 os dejé en la mesa camilla jugando con los juguetes, me marché temprano besando antes en la frente a mi Nevada, la mula más joven tiraba del carro -había que acostumbrarla-, era briosa, la puse la primera para ir mas deprisa y así volver pronto con vosotros. Al llegar a la labor de Manuel Abarca, ya tenían dispuestas las guías para pasar con el carro -había nevado-... Fui un inconsciente, si hubiera puesto a la mula vieja delante... La inexperiencia de la otra hizo que el carro se precipitara saliendo de las guías, éste se inclinó para volcar, la mula tiraba y tiraba... Ni toda la fuerza del mundo la hubiera parado. El carro volcó finalmente y no sé como, una de las varas me atrapó contra la pared, me asestó un golpe brutal y seco en el pecho... Me reventó, morí en el acto. El médico forense le dijo a mamá que el reloj del abuelo había impedido que el carro me atravesara.

Te cuento todo esto Anita querida porque se de tu dolor, se cuanto me llorasteis cuando me rompí.

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1) Labores: Se le llamaba así a las casas "de labor" dedicadas al maiz, al trigo y demás productos de la tierra que vendían al por mayor.
2) Pleura: Membrana serosa que cubre el tórax y envuelve los pulmones. Su inflamación produce disnea y dolor.
3) Día de Reyes: 6 de enero. La noche anterior a los niños buenos les traen juguetes.



Todavía lloro al dejarme sentir en su piel.

Bueno, tengo que dejarte, no se te olvide darle un besazo muy fuerte a mi mami.

Gracias Petra. No sé cómo te pagaré tantos favores que te pido.

Hasta pronto.

Epitafio

Querida Petra:

No sé ni en qué día estoy, pero estoy de camino al punto de encuentro.

Algo me pasó no lo sé todavía, pero mi cuerpo se fue de mi alma... si. Se despegó y rasgó como el pellejo que dejan las serpientes al mudar de piel, de repente, en pleno vuelo hacia una luz intensa, de pronto me sentí ligera y la atracción hacia ese sol se hacía cada vez más potente...

Fui consciente de que volaba, cosa que, créeme, jamás había hecho sin subirme a una avión. Así que, muy chula yo, viré hacia la izquierda y tomé velocidad gracias a una corriente benefactora, dejé por el momento la dirección a su arbitrio, con suavidad pero firme. No sentía frío, ni calor (ya sabes que no soporto sudar). Estuve así toda enmimismada creo que unos dos o tres días.

Empecé a preguntarme qué hacía yo volando, qué era antes de ese momento, haciendo un poco de memoria, caí en la cuenta de que me había olvidado de decirte el epitafio para la plaquita que figure junto a mis cenizas.



Aquí dejo lo que no me quise llevar.
Me llevo todo el amor, las caricias,
las risas y el sonido del mar.



Ahora ya me quedo tranquila al decírtelo.

Petra, allí, cerca del acantilado que estoy sobrevolando, vuelvo a ver la luz, esa de la que te he hablado antes...

¡¡¡Me voy volando!!!



Gracias Petra una vez más. Nos vemos pronto.

10 abril 2007

18/9/1995. Adiós Papá



Querida Petra:

Hoy se ha ido mi padre y estoy muy triste, se que tu puedes hacerle llegar esta carta, no he podido despedirme de él y me ha quedado una cosa en las tripas, que... Bueno, ya me entiendes... No quiero que las cosas queden asi.



"Estabas afeitándote y si por el rabillo del ojo veías como te observaba entonces, te tomabas mucho más tiempo para esa tarea.

Era domingo, la camiseta de algodón y el pijama, ya te habías duchado, ahora la brocha pintaría tu cara con esponjoso y blanco jabón. Comenzaste el ritual del afeitado... Primero hacia abajo, un casi perfecto apurado, rematas con otro pase a contrapelo, así abrías carreteras color carne, como un quita nieves.

Con el rostro pelado, abrías el grifo y te echabas agua bien fría, secabas tu cara y los restos de jabón y..., acto seguido, el Varón Dandy con unas buenas tortitas, supongo que para aguantar el escozor...

¡Qué bien olías!

Tan sólo al terminar, era cuando me mirabas de frente, muy sonriente, pero yo ya no estaba allí, porque había echado a correr para abrazarte y darte millones de besos.

Te quiero."

Gracias Petra, te debo una.

Un abrazo.

29 enero 2007

Brindis de celebración


Querida Petra:

Te envío esta foto, para que recuerdes la gran fiesta que se ha montado aquí.

Dicen que soy una niña. Todos están muy contentos... Parece ser que me han estado esperando nueve meses como poco... Algunos, incluso más.

Yo misma, por ejemplo, la espera se me ha hecho larguísima.

Pero bueno dicen que nunca es tarde si la dicha es buena y, como así lo es, vamos todos a celebrarlo.

Chin, chin y hasta el culín.

Nos vemos Petra.

22 enero 2007

300466

Querida Petra.

Te escribí esta carta hace 40 años y 9 meses, como sé que eres una despistada he hecho una copia para ti.

Mi querida Petra:

Acabo de llegar, son las dos de la madrugada, lo sé porque todo está oscuro y ya hace varias horas que comí.

Hace un poco de frío, tengo el cuerpo húmedo y algo dolorido, al parecer algo me ha golpeado brutalmente bajo mi espalda y me he despertado sobresaltada..., tosiendo y vomitando un líquido extraño. No he podido evitar el desconsuelo y he roto a llorar.

Unas luces muy potentes ciegan mis ojos, los temblores por el miedo y el frío apenas puedo dominarlos. Alguien introduce algo rasposo en mi boca, más tarde me ha secado y arropado, comienzo a calmarme...

Como puedo abro los ojos, aunque no distingo nada. Ya no tengo frío, ni miedo..., muy al contrario, alguien me esta abrazando y me da calorcito. Su olor no es desconocido, ni el tono de su voz..., suena a ti, pero no eres tu.

Ahora tengo sueño, luego te cuento.

Bueno, querida amiga, quiero que sepas que no estoy enfadada porque las hayas extraviado, así que te iré mandado copias de aquellas cartas.

Un abrazo.

Hoy desperté

Querida Petra.

Hoy me desperté inquieta. Algún sueño enredado en mi inconsciente que no puedo recordar, pero que me ha dejado mal. Mi boca estaba seca, mi corazón acelerado y mi cuerpo tendido en el suelo de la habitación. Ni siquiera notaba el frío suelo, ni los ladridos de mi perra encima mía, espetándome a una reacción.

Observándome mejor me miré desde arriba, noté mis ojos abiertos, inexpresivos, vidriosos. Arrimé un espejo a mi boca... No había vaho, en mi nariz tampoco. Mi boca abierta y un pañuelo alrededor de mi cuello empezaban a molestarme, te juro que nunca me he comido las uñas, pero es que, ha sido desolador, alguien, al parecer me ha asesinado.

Como lo lees, ¿a que te has quedado de una pieza? pues como yo.

Examino la habitación y no veo nada raro, desordenado todo, como siempre, ya me conoces... No falta nada. Mi perra ladra, no deja de ladrar y son las ocho. Ahora gime, no puede entender que no me mueva.

Estoy aturdida. Son las diez y ahí sigo y, aquí sigo...

Ahora tengo que dejarte, la perra ha ido a beber ya comer algo y no se si anoche le dejé comida.

Te escribo luego.
Una forma de hablar con mi niña interior, también puedes hablar con la tuya desde este blog... y por supuesto, también puedes ser Petra... Saladina Cuenca Milán ©