
Querida Petra.
Buscando en el baúl de los recuerdos... He encontrado una carta preciosa que le escribió mi abuelo a mi madre (una vez fallecido claro, muchos años más tarde ya que mi madre tenía sólo seis añitos, no era cuestión de asustarla innecesariamente)
Mira que bonita.
Gustabas de contar a tus hijos estas viejas anécdotas de antes de la guerra... Pero sobre todo, te gustaba hablar de tu padre... De mi.
Naciste perfecta como nacen la mayoría de las flores. De piel sonrosada, grandes ojos y sonrisa amplia fuiste una gran alegría para nosotros. Tu hermana, tres años mayor que tu, dejó de ser "la pequeña" refunfuñando, pero te quería.
Las cosas parecían irnos bien, el negocio de ultramarinos daba para vivir modestamente, ya te conté que aprendí a leer y a escribir encima de la burra, que cargaba además con el arroz y las patatas que compraba en las labores1 de Valencia; mientras, tu madre atendía en la habitación de la entrada al que quería algo que comprar: alubias, aceite... Luego, cuando marchaban los ajenos atendía con esmero a sus nenes, vosotros tres, tu hermano nació tres años después que tu.
Yo no podía ser más afortunado aunque pasara largo tiempo sin veros, la armonía reinaba en nuestras vidas y el bolsillo parecía que no menguaba. Hasta pude a arreglar el reloj de mi padre tan sólo, para saber cuanto tiempo restaba para volver a casa.
¡Qué lista eras! Siendo tan pequeña y todo lo que te enseñaba lo aprendías al momento. Enseguida hablaste perfectamente y, aunque tímida tu carácter siempre lo recuerdo risueño, igual, igual que tu madre.
Entonces sucedió algo que me sumió en una gran tristeza. Fueron en mi busca para decirme que estabas enferma, muy enferma... La última vez que te había visto tan sólo aparentabas una gripe fuerte, pero en ningún momento pensé que se convertiría en una horrible pulmonía...; llegué lo más rápido que pude y te vi allí, tan pequeña, sólo seis años, tosiendo como un tísico. Me culpé y repasé mi vida, ¿porque no había estado más con vosotros? para cuidaros, arroparos... ¿Era esa la voluntad de Dios? ¿Llevarse a mi Anita...?
El médico nos dijo que tenías la pleura2 inflamada, si no operaban morirías... ¡Dios, cómo llorabas! El dolor era horrible, cómo sino una niña iba a llorar tanto. Ver como la fiebre mojaba tu cara colorada, los labios azules por la falta de oxígeno... La operación era muy cara y también la única opción que tenías. La vida tan extraña como cruel, me había estado favoreciendo para que la factura del médico no fuera nuestra ruina, como en muchas familias había ocurrido.
La operación salió bien nos dijeron..., una horrible cicatriz acompañaba tu espalda, alguien parecía que no había encontrado la forma de unir bien las dos mitades, alguien se olvidó que te rompía y que con ello nos rompía a todos al ver el recuerdo que quedaría de la enfermedad. Tardaste mucho tiempo en recuperarte, por lo menos nueve meses... Dábamos gracias porque estabas viva, aunque oyéramos a diario esa tos que se enganchaba a tu pecho. Pero ¿sabes una cosa? a la cicatriz era incapaz de mirarla. Ese trozo que faltaba también me faltaba en el alma...
El día de Reyes3 os dejé en la mesa camilla jugando con los juguetes, me marché temprano besando antes en la frente a mi Nevada, la mula más joven tiraba del carro -había que acostumbrarla-, era briosa, la puse la primera para ir mas deprisa y así volver pronto con vosotros. Al llegar a la labor de Manuel Abarca, ya tenían dispuestas las guías para pasar con el carro -había nevado-... Fui un inconsciente, si hubiera puesto a la mula vieja delante... La inexperiencia de la otra hizo que el carro se precipitara saliendo de las guías, éste se inclinó para volcar, la mula tiraba y tiraba... Ni toda la fuerza del mundo la hubiera parado. El carro volcó finalmente y no sé como, una de las varas me atrapó contra la pared, me asestó un golpe brutal y seco en el pecho... Me reventó, morí en el acto. El médico forense le dijo a mamá que el reloj del abuelo había impedido que el carro me atravesara.
Te cuento todo esto Anita querida porque se de tu dolor, se cuanto me llorasteis cuando me rompí.
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1) Labores: Se le llamaba así a las casas "de labor" dedicadas al maiz, al trigo y demás productos de la tierra que vendían al por mayor.
2) Pleura: Membrana serosa que cubre el tórax y envuelve los pulmones. Su inflamación produce disnea y dolor.
3) Día de Reyes: 6 de enero. La noche anterior a los niños buenos les traen juguetes.
Todavía lloro al dejarme sentir en su piel.
Bueno, tengo que dejarte, no se te olvide darle un besazo muy fuerte a mi mami.
Gracias Petra. No sé cómo te pagaré tantos favores que te pido.
Hasta pronto.